El rugby femenino de Universidad Nacional de Córdoba se retira de la institución académica. El plantel lo anunció en un comunicado en el que denuncia situaciones de desigualdad y violencia de género.

El texto
“Quienes conformábamos el plantel femenino de la cátedra de Rugby de la Universidad Nacional de Córdoba queremos hacer pública nuestra situación y decisión: a partir de éste mes de marzo no formaremos más parte de la institución, ni la representaremos en las instancias de competencia tanto locales, regionales, nacionales e internacionales de las que participábamos como jugadoras.

En los más de 10 años que tiene el equipo de Rugby Femenino UNC, siempre hemos aportado todo de nosotras para llevar a la Universidad Nacional de Córdoba a lo más alto. Con el pasar de los años, nuestro trabajo y entrenamiento comenzó a dar resultado: hemos sido durante 8 años consecutivos campeonas locales, 7 años consecutivos campeonas regionales, y hemos representado a la UNC en el mayor nivel de competencia que existe hoy en el país (para que sea bien gráfico: es la primera A del rugby), llegando a ser CAMPEONAS NACIONALES en el 2018, y manteniéndonos desde entonces entre los 4 mejores equipos del país. Incluso más, hay muchas jugadoras que estuvieron o/y están el Seleccionado Provincial (Las Dogas) y en el Seleccionado Nacional de Rugby Femenino (Las Yaguaretes) en representación de la institución.

Todo lo hicimos a pulmón. Nunca hubo suficiente presupuesto, tiempo o interés por parte de la Universidad para que todo lo que hacíamos pudiera llegar a ser una realidad. Entrenábamos en los mismos horarios que el equipo de rugby masculino, lo cual significaba que nunca nos tocaban ni las mejores pelotas, ni los mejores packs, ni el resto de los materiales. Incluso, había veces que ni siquiera podíamos entrenar en la cancha porque ellos la necesitaban entera, así que nos íbamos a la parte de tierra de atrás o a un costado, y adecuábamos nuestros entrenamientos en función de eso. Y, cuando se podía usar la Cancha 1 (la mejor) para entrenar o para jugar de locales, siempre estaba disponible para masculino pero nunca para nosotras. Jamás recibimos, a diferencia del equipo masculino, aportes para cubrir traslados, viajes, terceros tiempos, carnet: siempre cubrimos los gastos de nuestro bolsillo (hasta los colectivos que ponía la universidad los pagábamos nosotras).
Ni hablar de los miles de comentarios misóginos, maltratos y distintas violencias que hemos sufrido en nuestro paso por la UNC.

No culpamos de estas situaciones a los jugadores (aunque tampoco creemos que son ajenos). Hacemos hincapié en los verdaderos responsables de todo lo que hemos pasado y de la decisión que tomamos hoy: primero que nada, la Dirección de Deportes que depende de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles, pero particularmente los responsables de la Cátedra de Rugby Masculino de la UNC.

Lamentamos llegar a esto, porque en el año 2021 elevamos a distintas áreas de la Universidad reclamos en los que contábamos nuestra situación y pedíamos algunas cuestiones básicas para poder mantenernos acá, porque la sentíamos nuestra casa. Luego de una situación de violencia de género muy explícita del titular de la cátedra de rugby masculino para con unas jugadoras del equipo, nos comunicamos con el Plan de Acciones de la Universidad Nacional de Córdoba para avanzar por ese medio. Pero, además, conseguimos reunirnos por zoom en más de una ocasión con la Coordinadora de la Unidad de Políticas de Género de la UNC y una representante de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles. A partir de eso, acordamos que se nos iban a garantizar los elementos necesarios para poder desarrollar los entrenamientos sin inconvenientes; que nuestro entrenador, después de 8 años haciéndolo gratis, pudiera ser contratado y cobrar por su trabajo (como sí están contratados los entrenadores de masculino); un Preparador/a Físico/a que estuviera con nosotras.

Nada de lo acordado se cumplió. La única “solución” (que rechazamos explícitamente porque no apuntaba a solucionar el problema sino a buscar que no molestemos) fue, en plena competencia, cambiarnos los días de entrenamiento A NOSOTRAS para no compartir con el plantel masculino. Esto, sin embargo, ni siquiera evitó que dejáramos de sufrir violencias y maltratos por parte de los responsables de la cátedra de masculino mencionados anteriormente.

Lamentamos que la universidad priorice a 3 personas por sobre un grupo de 50 jugadoras. Y, mas aún, lamentamos que avalen situaciones tan explícitas de violencia y desigualdad de género. No basta con decir que llevan adelante la Ley Micaela si después, frente a un problema tan claro (y tan sencillo de solucionar, porque lo único que buscamos siempre fue que nos respetaran), no toman la decisión de trabajar para erradicar la violencia de género.

Ninguna de las personas de la Universidad Nacional de Córdoba a las cuales le planteamos nuestra situación estas últimas semanas, demostró tener intenciones de evitar que nos fuéramos: ni el Secretario de Asuntos Estudiantiles, ni el Vicedirector de Deportes, ni el Docente Titular de la Cátedra de Rugby Masculino, ni la Coordinadora de la Unidad Central de Políticas de Género.

Nadie demostró respetarnos, después de todo lo que hicimos en nombre de la institución.
Sin los y las incontables colaboradoras que pusieron plata, tiempo y voluntad, no hubiésemos llegado a ninguno de los lugares a los que llegamos. A todos ellos y ellas les agradecemos muy sinceramente.

Con el corazón en la mano nos vamos de la UNC, porque cuando no hay una voluntad política de erradicar las desigualdades de género, no hay lugar para que el rugby femenino crezca. Evidentemente, y después de muchos dolores sufridos, no nos queda más que hacer. Esperamos que pronto la Universidad Nacional de Córdoba pueda asumir el compromiso real de contar perspectiva de género que necesitamos para que haya lugar para pibas como nosotras”.

Redacción Rugby Full
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